Reflexión del principito
El principito escudriña en
el interior del piloto, del adulto, con el fin de provocar la salida al
exterior de esas ideas, como un sofista que revela a través de la mayéutica el
saber olvidado.
Lo que faltaba en la vida y
en la profesión del piloto era un sentido y dejar atrás las ideas racionalistas
que le inculca la sociedad. El amor aporta valor a todas las cosas, incluso a
las más inútiles y terribles.
“La arena, al nacer el día, estaba de color
de miel. Me sentía feliz también con ese color de miel”.
El alejamiento y la muerte
no son un verdadero final. La muerte simboliza en el fondo un retorno que deja
una huella tras de sí. Para el que sabe ver las cosas con amor, nada es como
para el que las ve de forma frívola.
“Es bueno haber tenido un
amigo, aún si vamos a morir”.
Por otra parte, es el amor lo que falta en la vida de los personajes que visita el Principito. Estos le tratan por la utilidad que podían obtener de él, invalidándolo para amarlo y conocerlo.
“Parecerá que he muerto y no
es verdad”.
Las personas adultas tienen
el mismo problema: su vida está vacía, están absortas en las cifras y en
miramientos utilitaristas, pragmáticos, superficiales y excesivamente
racionales que no le permiten percibir “lo esencial”.
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